LOS CINCO VALLES FÉRTILES.





En los albores de la historia se cuentan cinco centros privilegiados, cinco grandes valles: los del Tigris y Éufrates, que integran Mesopotamia, en Asia occidental; el del Nilo, en el norte de África, el del Indo y el Ganges, en Asia meridional y el de el Hoang-ho o río Amarillo en China.

Estos seis ríos tienen un régimen de crecidas que fertilizan extensas zonas del territorio. Su suelo es fácil de trabajar y disfruta de un clima cálido. La zona de la península indostánica, regada por el Ganges y el Indo, se encuentra cerrada al norte por el macizo infranqueable del Himalaya. De igual modo, las tierras fértiles del Hoang-ho están aisladas en China por los desiertos del norte y noroeste. En cambio los obstáculos naturales parecen menos importantes en Egipto y Mesopotamia, La Media Luna Fértil.

Se definen a si tres círculos de civilización, en el interior de los cuales son posibles e incluso fáciles los movimientos de intercambio, pero que difícilmente podrán establecer relaciones recíprocas. En realidad, los tres círculos proseguirán sin interferencias su propia evolución durante varios milenios. Esto no significa que nunca hayan de recibir influencias externas, pero puede decirse que estas influencias serán recibidas, jamás devueltas y asimiladas sin la menor solución de continuidad. En uno, el Tíbet, Mongolia, Corea y el Japón influirán en China, pero China integrará estos influjos sin dejar de ser como era.

En otro, también la India recibirá aportaciones exteriores griegas, entre otras, por la expedición de Alejandro pero continuará siendo la India.

El tercer circulo, el de Mesopotamia-Egipto, no tiene interferencias como los otros dos y parece desarrollarse con arreglo a un ritmo distinto. China y la India son torbellinos que se ensanchan y profundizan alrededor del centro; la Media Luna Fértil es el escenario de una serie de explosiones que se producen siempre en dirección oeste. Allí las civilizaciones se suceden, se funden, e integran a los nómadas que van llegando y se extienden hacia el Mediterráneo.

Entre la sumeria Urduk, la Ur de Caldea, la Tebas de las cien puertas, Atenas, Alejandría, Roma, París, y Nueva York, el camino es largo y está marcado por numerosos accidentes históricos. Pero existe camino. Lo que en los albores de la Historia se inicia en los valles del Tigris, Éufrates y del Nilo es nuestra civilización, la cultura occidental, nuestra cultura.

Fuente: Estudio sobre el país de Sumer, Santiago Bernal Pachés



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