HISTORIA DE LOS HITITAS - II -




Influencia Asiria Y Formación Del Reino Hitita

Durante los primeros siglos del segundo milenio a. C., los asirios, destacados comerciantes, inundaron Anatolia de pequeñas colonias mercantiles, centralizadas en la ciudad de Nesitas, que ellos llamaban Kanesh. Los registros de sus transacciones nos permiten atisbar una fructífera importación de materiales como el bronce, escasos en Asia Menor, y una situación política fragmentada, con numerosos principados, que, sin embargo, tenían la suficiente estabilidad como para asegurar un marco legal útil para los asirios.

Poco se sabe sobre estos reinos - parece ser que Nesa perdió la preeminencia momentáneamente a manos de otra ciudad, Mana, e incluso fue destruida, pero, recolonizada, tardó poco en recuperar la hegemonía, sólo para perderla de nuevo a manos de Pittkhana (o Pithana) de Kushara y su hijo Anitta. Anitta edificó un pequeño imperio, conquistando numerosos reinos (entre ellos, la ciudad de Hattusas que destruyó totalmente y sobre la que lanzó un anatema). El imperio de Anitta se considera el precursor de los hititas, ya que aún después de su muerte, cuando la ciudad de Hattusas fue reconstruida (bajo Hattusil I), los monarcas hititas afirman descender de la casa de Kushara.

Aparte de Anitta, existen referencias a dos posibles antecesores de los hititas, Tudhalia y Pusarrumas, pero nada se sabe sobre ellos.

El Reino Antiguo

El reino antiguo (aproximadamente 1680-1430 a. C.) se corresponde con las fases iniciales del reino de Hattusas, que, de un pequeño principado, pasó a ser una potencia con intereses en Asia Menor y Siria, aunque en el último siglo de este periodo cedió poder y protagonismo a Mitani.

Los Inicios Del Reino De Hattusas

Poco sabríamos de los primeros reyes de los hititas si uno de ellos, Telebino, no hubiese escrito 150 años después del inicio de este periodo, un edicto encaminado a justificar la necesidad de sus reformas, que incluye una introducción histórica al origen del poder hitita, en la que se menciona a tres monarcas: Labarna I, Hattusil I y Mursil I.
Se desprende de este documento que el verdadero fundador del imperio hitita fue Labarna, que agrupó a las diferentes ciudades-estado y los pequeños reinos bajo una autoridad central y ensanchó las fronteras del recién creado reino hacia el oeste y hacia los mares Negro y Mediterráneo. También es posible que consolidara la institución de la monarquía al dictar disposiciones que garantizaran la sucesión. El nombre de Labarna se usó con posterioridad como sinónimo de "rey", lo que lleva a algunos historiadores a dudar de la existencia real de este monarca.

Su hijo Hattusil I pudo apoyarse en la base política que Labarna le legó, para lanzar numerosas campañas militares, principalmente contra el reino de Alepo y contra los hurritas. Por otra parte, estableció en Hattusas la capital de los hititas, que se iba a mantener en esa ciudad hasta el final del imperio (excepto durante un breve periodo del reino nuevo). Hattusil, en un testamento que se ha conservado, repudió a su hijo, y nombra sucesor a Mursil I, su nieto, a quien también nombra hijo adoptivo.

Mursil I estrechó los lazos que unían a las ciudades-estado e incorporó éstos al reino hitita, de tal modo que puede ser considerado como el principal artífice de lo que sería el Imperio Arcaico o Reino Antiguo. Expandió aun más las fronteras, llevando, a modo de venganza, la conquista de Alepo (en cuya empresa había fracasado Hattusil), además de derrotar a los hurritas. Estas victorias convirtieron al reino hitita en una de las potencias de Oriente Próximo, hasta el punto de que, una vez conquistada Alepo (1595 a. C.), Mursil encabezó una expedición contra la ciudad de Babilonia, que tomó y saqueó, una empresa más sorprendente que efectiva, ya que la distancia impedía cualquier intento de control efectivo por parte hitita. Tras su marcha, el control de Babilonia pasó a manos de los casitas, posibles aliados de los hititas, lo que provocó la caída de los amorreos.

En el año 1590, poco después de su regreso, muere asesinado a manos de su cuñado, Hantil I, primero de una serie de reyes de los que poco se sabe (Hantil I, Zidanta I, Ammuna y Huzzia I). Durante esta época el país de Hatti, debido al poder y prestigio consolidados por Mursil, se mantuvo sin grandes modificaciones ni peligros, excepto en Siria, donde el creciente poderío de Mitani amenazaba las posiciones hititas. Además, durante esta época hacen su primera aparición documentada los Gasga o kaskas, un conjunto de tribus bárbaras situadas al norte de Hattusas que se convirtieron durante toda la historia hitita en una permanente amenaza para la capital, que los hititas nunca fueron capaces de destruir totalmente.

Estos contratiempos obtuvieron respuesta con la llegada al poder de Telebino (1525-1500 a. C.), que destaca, entre otras cosas, por la documentación del sistema hereditario, con el que se proponía acabar con la anarquía de sus inmediatos antecesores. Según el Edicto de Telebino, la sucesión quedaba asegurada por el ascenso automático al trono del heredero varón escogido por el rey; la garantía del cumplimiento la tenía el pankus, o Consejo de Nobles. Junto a este edicto, Telebino hizo la primera gran codificación de las leyes hititas, que destacaban por la benignidad de los castigos y las numerosas innovaciones jurídicas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su comentario constructivo siempre será bienvenido, gracias por compartir