SOBRE LOS HEBREOS E ISRAEL

Historia Antigua - Universidad de Zaragoza
Prof. Dr. G. Fatás


Los orígenes históricos de los hebreos y del "pueblo de Israel" son oscuros en la misma medida en que lo son todos los de los pueblos que, en sus fases de formación (y la hebrea fue muy larga), desconocieron la  escritura.
La Biblia,  aparte peculiaridades de  estilo y la multitud  de  manos que intervinieron en su confección  durante un  dilatado lapso de  tiempo, depende para  sus primeros relatos de tradiciones orales de más o menos antigüedad que, cuando pasan a soporte  escrito, ya están sujetas a  una religión formalizada y a un  dogma  muy posterior a los  hechos que narran, redactados en época tardía (monarquía davídica avanzada, probablemente en el s. IX a. C.)
Los hebreos  históricos  eran nómadas o seminómadas  (precoz oposición mítica  entre el bondadoso pastor  Abel y el estigmatizado agricultor Caín). La  tradición y la  historiografía más frecuente sitúan al primer gran patriarca de aspecto  histórico (Abraham) y a su linaje (Isaac, Jacob) en "Ur de Caldea", en fecha imprecisa pero de predominio amorrita (ss. XIX-XVIII); mas no faltan quienes creen que  esos sucesos están antedatados y  que  podrían corresponder al s.  XVI o a un momento posterior.
Parte de estas gentes, u otras diferentes que luego se unieron a ellas, pudieron entrar en Egipto durante época  hicsa  (1700-1550 a. C., apr.) o  amarniense (1364-1347 a. C.) La mayoría de los estudiosos  coincide en  que la formación  histórica  del pueblo  hebreo  propiamente dicho, prescindiendo de vinculaciones más o menos laxas con ancestros remotos, corresponde a la época de Moisés, probablemente en tiempos de Ramsés II (h. 1250), comienzo del Éxodo sinaítico y del viaje a la Canaán bíblica, la "tierra prometida" por Yahvéh al linaje de Abraham.
Según la Biblia,  los padres de Moisés  pertenecían a  la  "tribu" de  Leví,  uno de los grupos "hebreos" de Egipto. Hebreo,  en  principio, no implica unidad étnica o racial: hapiru ,  habiru  o 'apiru, es nombre genérico para un tipo  marginal, no egipcio, de gentes de varia condición, siempre inferior (incluidos nómadas y bandoleros) y que incluía a extranjeros que vivían de alquilar su trabajo para diversos cometidos. Con anterioridad  (ss.  XVII-XVI), y vinculados a la dominación  hicsa (asiáticos, acaso amorritas), ciertos hapiru formaron una aristocracia guerrera en ciertos lugares de la futura Palestina.  Los  hebreos bíblicos residieron en  Egipto  varias  generaciones; en  apariencia, un faraón, en cierto momento, endureció su régimen de vida por considerarlos una amenaza.  Quienes siguen literalmente la Biblia (Reyes I,  6, 1: En el año 480 de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, el año cuarto del reinado de Salomón sobre Israel (...) emprendió la construcción de la Casa de Yahveh) sitúan la salida de los hebreos fuera de Egipto 480 años antes de que Salomón comenzase la construcción del Templo a Yahveh en Jerusalén, en el cuarto año del reinado (hacia 960 a. C.), lo  que situaría el  Éxodo hacia el  1440, fecha que la mayoría de  los estudiosos  considera temprana en exceso.
Algunos complejos egipcios del NE del Delta, como Pitjom y  Ramsés, se  construyeron por hebreos, cuya comunidad tenía un núcleo residencial en la cercana comarca de Goshén. La Biblia da a entender que el faraón residía en el  área:  pero si la fecha del Éxodo fuera 1440, correspondería a Tutmés III, que residía en Tebas y no construyó ciudades en el Delta. Tampoco en esa fecha existían los pequeños reinos de Moab y  Edom, a  cuyos  moradores hubo  de  evitar Moisés en su periplo.
Finalmente, los arqueólogos han datado hacia 1250 a. C. las destrucciones de las ciudades tomadas por los hebreos durante sus luchas en Canaán. Los 480 años de distancia entre Moisés y  Salomón corresponden a 12 generaciones de 40 años; pero si se les asigna la cifra, más adecuada, de 25 años, la fecha se sitúa hacia 1290, en cuyo caso el faraón que redujo a servidumbre a los hebreos (Éxodo I, 8: Tomemos precauciones contra él [pueblo de Israel]. Pusieron, pues,  capataces a  los israelitas para oprimirlos con duros trabajos y así edificaron para Faraón las ciudades de depósito Pitom y Ramsés ) pudo ser Seti  (1318-1304) y el  del Éxodo, Ramsés II (1304-1237).  Según  eso, Moisés nacería a finales del s. XIV a. C.
Las "doce  tribus"  parecen el resultado de  un proceso de  asimilación,  intercambio y organización federativa entre los grupos salidos de Egipto y  otros ya  residentes en Palestina, con alguna comunidad cultural (semítica) que les ayudó a oponerse a otros rivales y, singularmente, a los filisteos, que operaban desde la costa,  puesto  que Edom (al  S), Moab (al E.  del Mar Muerto) y Amón (en  el  borde  del  Desierto  Sirio),  aunque  politeístas,  eran, más  bien,  considerados  por el conglomerado "Israel" no israelitas pero sí "hebreos". El número de tribus fue creciendo  más  tarde por incorporación de grupos parecidos al hebreo pero ya residentes en Palestina (bajo David) y de asentamientos de cananeos (bajo Salomón: los gibeonitas, entre ellos). Este conglomerado, un tanto laxo, tiende a actuar unido episódicamente bajo la presión de algún peligro cercano que obliga a unificar esfuerzos de guerra bajo la dirección de un "caudillo" (juez), jefe carismático del tipo de Elías o Samuel. El hábito cooperativo y  la consistencia del enemigo dieron como fruto la creación de un sistema de poder estable y unificado (la monarquía de tipo cananeo),  instaurada  por Samuel, el último caudillo profético, en la persona de Saúl (1030) a quien sucedió otro protegido de Samuel (David, 1010), cabeza de una dinastía que continuaron sus  descendientes Salomón (972) y Roboam (933), bajo el gobierno del cual el reino se dividió en dos: uno meridional, pequeño y más pobre, pero que  incluía  Jerusalén con su Templo (Judá); y otro septentrional, más amplio, rico y cananeizado (Israel), enfrentados a menudo y  que desaparecieron por obra de asirios (Israel, 738 y 721) y neobabilonios (Judá, 587). Ciro de Persia permitió el regreso de los deportados  que desearon hacerlo a Jerusalén (537), donde la comunidad judía vivirá pacíficamente bajo dominio persa hasta que éste sea sustituido por el macedonio.
El temprano monoteísmo, rasgo distintivo de la comunidad hebrea de Israel, tiene su símbolo físico en el Templo de Salomón, en Jerusalén, donde se guarda el Arca de la Alianza o pacto entre Yahveh y su pueblo. A diferencia de los restantes pueblos  conocidos, ningún otro templo (no ya a otro dios, sino tampoco a Yahvéh) fue  consentido por la  ortodoxia israelita. Sólo puede rendirse pleno culto a  Yahveh en el  Templo de Jerusalén. De ahí el papel cohesivo y simbólico que, milenariamente, han tenido en todo tiempo la ciudad y su templo para los seguidores de la Ley de Moisés.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su comentario constructivo siempre será bienvenido, gracias por compartir